domingo, octubre 17, 2010

El valor de la IN-satisfacción

Por Alfredo Brena


A todos nos gustaría que las personas o las circunstancias, actuaran o se presentaran según nuestra lógica de razonamiento.

También (ya que estamos) nos gustaría que los resultados se dieran de acuerdo a nuestros pronósticos… quizás si las cosas fueran de esta manera, viviríamos en un estado de plena satisfacción… o quizás no… ¿quién sabe?.

Lo cierto es que cuando las situaciones o las personas no se presentan o actúan según nuestro deseo, experimentamos algo de frustración… y sobre esto si podemos actuar!.

Uno de los lideres en investigaciones sobre el estrés, el Dr. Hans Selye, señala que nuestros recursos personales en función de la complejidad del entorno afectan nuestra gestión del estrés, y que tanto valores bajos como excesivos de desafío (los dos extremos de una gráfica presentada en forma de “U” invertida), pueden colocarnos en la zona del “distrés” (estrés malo).

Para posicionarnos en la zona alta de la curva (el techo de la “U” invertida), necesitamos un nivel considerable de dificultad. Así podemos experimentar lo que él denomina “eustrés” (del griego “eu”: bueno). Selye refuerza la voz popular que sostiene “… con desafíos funciono mejor…”, ya que ante los retos, fisiológicamente el cerebro se activa recogiendo información en términos de atención, focalización, memoria, expectación, etc.

Una vez más, la mejor respuesta a las circunstancias está en la autogestión, pues la calificación de los niveles de desafío (bajos o excesivos) no se miden “per se”, sino en función de nuestros recursos personales.

Michael Merzenich sostiene que un 20% de frustración ayuda a la producción de “neuroplasticidad” (capacidad del celebro para adaptarse a los cambios y remodelar los circuitos neuronales), lo que nos permite estar alertas y no decaer en el relax intelectual.

Podemos afirmar que la realidad de los entornos laborales (y la vida misma!), representan, según lo expuesto, una gran ayuda, pues los desafíos abundan. Estando atentos a nuestras emociones podemos utilizar las circunstancias cotidianas a nuestro favor. Nos será especialmente útil quitarle espacio a los sentimientos de ira, rencor, irritabilidad, etc. atendiendo como alarmas el aburrimiento, la apatía, la ansiedad. En cambio puede sernos provechoso tomar cierta distancia de lo que nos ocurre, para darnos el tiempo de mirar los acontecimientos con optimismo, ganas de aprender y prepararnos para responder con mayores niveles de humildad, motivación y pasión.

Valoremos ciertas dosis de insatisfacción… después de todo, la clave no estará en lo que nos suceda, sino en la capacidad que tengamos para elegir nuestra respuesta.